RELATO 19. "UNAS NAVIDADES DIFERENTES". ALICIA VAQUERO

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UNAS NAVIDADES DIFERENTES
Alicia Vaquero Martín

Era el último día antes de las vacaciones navideñas, y como todos los días de clase volvíamos a casa todas mis amigas y yo.
Subimos en el primer vagón, como de costumbre, cuando todas se bajaron del metro, corrí hacia el único asiento que estaba libre.  Una vez cómoda me puse los cascos pero, no sé porque, no escuchaba la música, solo pensaba en los planes que tenía junto con mi familia para estas vacaciones…., preparar los menús, intentando agradar a todos, como adornar la mesa, pensar que regalos les haría más ilusión a cada uno de mis primos, cuándo ir a comprarlos……
Mientras a mi alrededor pude observar a mucha gente, unos con bolsas de regalos, otros muy arreglados (posiblemente se dirigirían a reuniones familiares o de empresa….), jóvenes con gorros de Papa Noel, ….. todos parecían muy felices, se notaba que las navidades estaban cerca y que alguno disfrutaría de días de vacaciones.
De repente, alcé la mirada y entre tanta gente me encontré con uno de los mendigo que casi todos los días veía durante mi trayecto.   Nunca me había parado a leer lo que decía  “por favor, ayúdame con lo que puedas”.   No sé cómo expresarlo pero algo me hizo leerlo una y otra vez, sin poder retirar la mirada del cartel.
Esto me dio que pensar y me surgieron varias preguntas ¿tendrá familia? ¿dónde dormirá? ¿tendrá algo que comer? ¿será feliz? …  La respuesta a cada una de ellas la podía intuir, lo que me dejó un poco triste y pensativa.  Ensimismada en mis pensamientos casi me paso mi estación, pero me dio tiempo a salir rápidamente, chocando con una persona que estaba en el anden, ¡Que casualidad! Era  Eva, una de mis mejores amigas, a la que hacía meses que no la veía….  así que empezamos a hablar de nuestras cosas, sin darnos cuenta de la hora.
Cuando nos despedimos, parecía que yo había dejado en el olvido esa frase que tanto me había impactado, pero no fue así a pesar de la larga conversación no se me había quitado la idea de la cabeza.  Subí rápidamente las escaleras, quería llegar a casa lo antes posible y comentar a mis amigas mis ideas para ayudar al mendigo.
Ellas le quitaron importancia, aun sabiendo que en el fondo tenía razón, intentaron que diera la espalda a la realidad buscando el camino más fácil, conformándonos como hace la gran mayoría.
A pesar de su negativa, las propuse hacer algo dentro de nuestras posibilidades como propósito navideño, aun siendo consciente de que el problema existe durante todo el año, pero por algo había que empezar…
Mi propósito inicial fue sonreírle siempre que coincidiera con él en el metro, intentando alegrarle, de alguna manera su día a día.
La oportunidad surgió a la semana siguiente, ya que teníamos que hacer un trabajo grupal en mi casa.
Veníamos todas en el metro hablando, cuando vi al mendigo, espontáneamente le dediqué una sonrisa, pero me pareció que no era suficiente así que les propuse hablar con él, parecía que estábamos conectadas, todas a una aceptamos dirigirnos a él para intentar ayudarle de alguna manera, así que corrimos por el vagón hasta alcanzarle.
 –Hola! Le dijimos. No te queremos molestar pero nos gustaría ayudarte.
 –Él nos miró, nos dio las gracias, nos dedicó una gran sonrisa y se marchó.
Ante esta situación nos quedamos paralizadas, no nos esperábamos esa reacción..  Nuestra sorpresa fue cuando al llegar a nuestra estación él estaba allí, se dirigió a nosotras y nos contó cómo había llegado a esta situación y cómo eran ahora sus navidades. Nos pidió que viviéramos la Navidad con ilusión, sin dejarnos cegar por las luces y los colores ayudando a aquellos que lo necesiten.  El espíritu navideño había conseguido que nos fijáramos en él,  sabiendo leer entre líneas el cartel “ayúdame con lo que puedas”  Nuestra sonrisa  era lo que en ese momento podíamos dar y así lo hicimos. 

Sin duda esta Navidades fueron muy diferentes. 

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