Había
una vez un niño de diez años llamado Valentino al que le gustaba la Navidad más
que a nadie .Y no era por los regalos, sino por la felicidad, juntarse con la
familia y el turrón de chocolate con
Lacasitos y la cena de Nochebuena. Aunque un año se murió su abuelo por un
accidente de coche el diez de diciembre. Valentino se quedó llorando toda la
Navidad hasta que en Nochebuena a las nueve de la noche se fue a dormir.
Se
despertó en la estación de Sídney (su ciudad natal) frente a un tren de
doscientos cincuenta metros llamado Polar Express. En sus manos tenía un
billete para montar en ese tren, para viajar al Polo Norte, conocer a Papá Noel
y pedirle disculpas por su mal comportamiento en casa.
Y
así fue, montó en ese tren y este arrancó los motores para llegar a su destino:
El Polo Norte. Una vez dentro, hizo muchísimos amigos y amigas. Conoció a una
niña de nueve años llamada Jessica que venía de Kenia (África) con la que tenía
una relación especial y no me refiero a que eran novios, sino algo que no se
puede explicar con palabras porque cada vez se miraban tenían una conexión
bastante especial.
También
conoció a chicos de distintas ciudades del mundo: San Petersburgo (Rusia),
Jerson (Ucrania), Hokaido (Japón), Chicago (EE.UU), Tánger (Marruecos) y muchos
lugares más. En Eslovaquia conoció a un chico muy despistado qué perdió el tren
y tuvo que correr para alcanzarlo. Por suerte Valentino se dio cuenta y tiró de
la palanca de freno para que pudiera subir. Él era muy, muy tímido y no hablaba
con nadie, hasta se sentó en el vagón de al lado.
Con la mala suerte de que al azafato se le
olvidó picar el billete de Jessica así que, fue a llevárselo al azafato pero
sin querer, el viento se lo llevó. Uno de los amigos de Valentino llamado Kevin
que venía de Rio de Janeiro (Brasil), le contó que cuando alguien no entrega el
billete le lanzan fuera del tren. Entonces este se la encontró en donde nadie
se lo imaginaba ¡La cabina de controles¡ Jessica le enseñó los controles del
tren y le dijo que el maquinista estaba fuera arreglando el silbato que se estropeó
cuando pasaron por Groenlandia.
Ya
habían llegado al Polo Norte, pero por desgracia, al llegar, Valentino,
Jessica, y ese niño tan tímido llamado Nick tuvieron un pequeño incidente. Se
desengancharon del tren y salieron rodando con el vagón trasero. Pero, por
suerte, pudieron saltar, e ir corriendo a la plaza para ver a Papa Noel antes
que nadie. Valentino fue el primero y le pidió perdón por su mal
comportamiento. Este le dijo: - ¡Tranquilo no pasa nada pero disfruta de los
tuyos mientras los tengas porque algún día los perderás!. Y en ese mismo
momento se despertó. Fue corriendo a ver los regalos, y se encontró uno
sorprendente: un álbum de fotos de su
abuela, lo abrazó y esta vez no lloraba de tristeza sino de alegría porque
descubrió que en el futuro podían haber cosas buenas, y la mayoría de veces son
cosas malas o muy malas pero no hay que dejar que te afecten porque tienes que
seguir adelante y dejar de pensar en el pasado.
Vive
muchos años, vive intensamente, vívelo todo y disfruta cada momento porque no
sabes lo que puede llegar a pasar.
Erik Arranz,
6ºA
CEIP BREOGÁN
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