RELATO 18 "CARTAS". ALEJANDRA DUARTE GARCÍA

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La Navidad es el día más emocionante del mundo. Es un momento de ternura alegría y muchísimo amor, no hay sitio para el odio la ira o el rencor. Amigos, familia, muchos mazapanes de Toledo en la mesa que sirve ya tu abuela. Un mogollón de villancicos se oyen afuera. Luces de colores. nada que te enoje!
Todo es muy bonito, y aunque no hay flores, copos de nieve desde el cielo caen suavecito. Primos y amigos deseas verlos y darle muchos besos a todos ellos.
Alegría y felicitaciones de Navidad recibes, que te vuelven a unir a amigos de lejanos países.
Pero estas navidades tenía una ilusión especial. El presidente nos había mandado una carta a las chicas que más habíamos viajado por el mundo, en la que nos daba una misión. Cada una tenía que escribir a otra chica contando las cosas que hubiéramos visto estas navidades a nuestro alrededor. ¿Imagináis la emoción?
Pasaron los días y recibí la primera carta:
Sábado 19 de diciembre.XXX.
Hola. Me llamo Saída, que significa felicidad. Y hoy, esto más feliz que nunca. ¡Me hace tanta ilusión saber que pronto recibiré tus cartas! Para contarte las cosas con detalle, voy a salir a la calle. (Sacó su libreta y empezó a anotar todo lo que veía).
¡Mmm! Ya puedo sentir ese olorcillo a chocolate caliente que viene del Big Chocolate, mi restaurante favorito. Se oyen canciones y villancicos por toda la ciudad.  “Galletas de Navidad caseras” – se lee en la panadería. Las campanas están sonando y un coro cantando. Veo puestos donde se venden mazapanes, dulces árabes, turrón y chocolate. ¡Todo es tan alegre! Voy a entrar en el Big Chocolate a tomarme un chocolate con churros.
¡Qué simpática! ¡Los churros debían estar tan ricos que la carta se quedó a medio hacer! Corriendo fui a responderle:
Lunes 21 de diciembre. Estepona.
¡Hola Saída! Me llamo Alejandra. A mi familia las navidades siempre nos traen a Estepona, donde viven mis abuelos y donde tenemos casa también. Es el sitio más tranquilo y bonito que puedas imaginar.

En cuanto llegué a Costalita, la casa de mis abuelos, como siempre me fui a mi cuarto. ¡Tenía un cuarto de baño propio! ¡¡Y tenía pestillo!! Una alfombra blanca, cajas de juguetes y un mogollón de juegos de mesa. Dormía en la litera de arriba. Mi cama tenía unas sábanas de rayas con una doblez y tenía encima una bonita manta que me regaló mi abuela que era lila muy suave. Había un cojín azul como puro cielo encima de mi almohada, y un peluche rosita que me regaló mi madre y mi abuela cuando yo era pequeña. En los pies tenía otro cojín de rayas verdes y blancas con un muñequito que usaba mucho de pequeña. Era blandito pero con la cara dura y también era rosa. Aquel día llegué muy muy cansada. Subí las escaleras de la litera y me tumbe en la cama. Como siempre hacía en la casa de la abuela, miré por la ventana. Había mogollón de palmeras. Las adornaban con luces azules rojas y blancas. Ahora se veía el sol ardiente ya acostándose debajo del mar. El cielo azul como siempre. Gaviotas agarradas a las palmeras. Muchos gorrioncillos volando por el jardín. Y también unos pájaros preciosos que eran muy difíciles de ver que tenían el cuerpo rosa, las alas blancas con puntos negros, la cara rosa también, los ojos negritos y el pico y  la cresta naranja. Había un montón en mi ventana, al lado mío pero un poquito apartados, claro. Desde ahí divisaba el horizonte del mar azul. Ya estaba atardeciendo. Pasaron las últimas familias de pájaros. Los gorrioncillos volvían a sus nidos escondidos en las palmeras y empezaban a comer los dátiles crudos. Algunos se escondían en los arbustos alejándose de los gatos nocturnos que empezaban a salir. Me fui a cenar y a la vuelta, la luna llena ya salía. Las luces de las casas se empezaban a apagar. Y  mientras iban apagando mis ojos se fueron cerrando y yo me fui tapando. Abracé a mis dos peluches. Me escondí y miré por la ventana y esperé a que el canto de los grillos y la luz de la luna me durmiera.

Espero que te haya gustado. ¡En la próxima carta te contaré cómo se lían las cosas cuando llega la Nochebuena!

Al día siguiente recibí una segunda carta.

Jueves 24 de diciembre. XXX
“Hola Alejandra. Muchas gracias por tu carta. Me han encantado. pero en estos momentos me siento muy triste. Siempre he esperado con ilusión las navidades, pero... ahora ya no sé si podré.” – decía la carta. Saída estaba triste porque se había dado cuenta de que había muchos pobres a su alrededor. Cada vez que se consolaba, encontraba otro pobre a su paso.
No puedo entender por qué los reyes magos no regalan regalos a los pobres. Veo como se anuncian campañas de recogidas de juguetes entre los padres de los niños ricos para dárselos a los pobres. Pero, ¿y los reyes? ¿por qué los reyes no les dan regalos?
Estuve pensando y pensando, hasta que decidí que en vez de ser la niña a la que le dan regalos, yo los regalaré.  Voy a recolectar unas cosas. Un saco de manzanas y una muñequita Delfis para una niña pobre muy pequeña. Y así con todas las niñas. Para los señores, unos brics de leche, café, unas tostadas y unos gemelos; y a las mujeres un collar, un café suavito, y unos brics de leche. ¿Qué te parece?

Su carta me dejó helada. Es verdad. ¿Por qué no les dan regalos? Los Reyes Magos siguieron la estrella de Navidad para llegar al pesebre en que nació el niño Jesús, porque sus padres María y José, también eran pobres. Le llevaron oro, incienso y mirra. Entonces, ¿cómo pueden haberse olvidado de eso? Estaba tan enfadada que decidí escribir una carta a los Reyes Magos.

Jueves 31 de diciembre.
Queridos Reyes Magos. Acabo de darme cuenta de algo horrible. Los niños más pobres de este mundo no tienen ni un regalo en esta Navidad. ¿No creéis que se merecen al menos uno por todo lo bueno que han hecho en el año? No tienen comida, pasan muchas enfermedades, ¿no pensáis que se merecen un regalo con todo lo que han pasado? Dejarles tirados no tiene ninguna gracia. Pensarlo bien. No quiero ofenderos, pero es Navidad. Si de verdad los pobres no reciben regalos, yo tampoco los quiero... y ninguno de los vosotros será jamás mi rey mago favorito.

El día de Reyes llegó y ¿sabéis lo que pasó? Que recibí una montaña enorme de regalos con una nota pegada que decía “leer a solas”.
“Alejandra, hoy hemos llevado comida agua y juguetes a todos los niños y las niñas del mundo” – decía la nota. ¡¡Yo salte de alegría no pues no podía imaginar unas Navidades más felices!! ….”pero tendrás que colaborar – decía. Te hemos dejado mucho dinero y metido más en tu hucha. Con ello tendrás que hacer una recolecta. Salte de la cama.  Entonces puse en marcha mi plan. Saqué una nueva libreta y empecé a formar ideas.
¿Qué pasará? ¿Conseguiré hacer una grabación para la recolecta?
Pasaron los días y las semanas. Viajé mucho, y al volver a casa con mi familia de repente vimos en televisión: nueva recolecta para niños pobres: “Juguetes del mundo”. Editora: Alejandra Duarte.

A partir de entonces, las niñas tuvieron una nueva misión. Todas las Navidades fueron recolectando dinero y haciendo muchas carreras solidarias. Estuvieron años y años esforzándose y consiguieron hacer muchísimos centros de investigación para hacer un mogollón de regalos a los pobres. En poco tiempo los pobres tuvieron casa, comida y un centro de salud cerca de cada aldea.
Todos los niños se sintieron muy agradecidos. Gracias a la generosidad de esas niñas, sus Navidades eran muy bonitas.

¡Hola Saída! ¡Ya es Navidad! La abuela, mis hermanas y yo hemos comprado un árbol de navidad blanco con diamantes que brillan al enchufarlo. Son azules con una estrella con diamantes que también brilla. Compramos también bolas blancas y azules y varias decoraciones: un Papa Noel, un decorativo para la puerta, varios carteles que ponen feliz navidad y Merry Christmass, luces de colores para adornar la casa.
Ayer llegaron mis primos. Empezamos a jugar al escondite, al pilla pilla, y como somos un poco pícaros hemos cogido algunas pastas turrones y mazapanes de Toledo que compró la tia Amalia. Nos los metimos en el bolsillo y nos los hemos comido. ¡El abuelo ya sabe que somos los culpables... jaja! Lo hemos pasado muy bien... y ¿lo mejor? Los fuegos artificiales. Me fui a acostar. Y justo cuando me quedaba dormida, la luna llena mi cara estaba iluminando.

Alejandra Duarte García. Colegio Bérriz. 3º de Primaria.


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