UNA NAVIDAD MUY INTENSA
Unos días antes de navidad, Carlos, un
pequeño niño de pelo color avellana, preciosos ojos verde oliva que siempre
estaban llenos de ilusión y alegría, escribía una carta a Papá Noel, decía algo así:
“Querido Papá Noel:
Este año me estoy portando muy bien y estoy
sacando muy buenas notas, y me
gustaría tener simplemente una cosa: una bici.
Es que, creo que ya soy lo suficientemente
mayor para aprender a montar en bici,
¡que ya tengo seis años! Todos los fines de semana voy con mis padres al
parque y veo a mis amigos con la bici. Siempre me dicen que si quiero quedar con
ellos para montar, pero como no sé me tengo que inventar una excusa para que no
me chinchen.
Por favor Papá Noel, si me traes la bici,
¡seré el niño más feliz del mundo!
¡Hasta pronto! ”
Cuando
Carlos terminó, fue corriendo y le enseñó la carta a su madre muy ilusionado.
Al día siguiente, Carlos y su madre,
fueron a dejar la carta a un buzón muy especial al que visitarían los duendes
de Papá Noel y recogerían las cartas.
Pasaron los días, y llegó la Noche Buena. Carlos, cenó
aquella noche en su casa con toda la familia. Cuando terminaron de comer,
cantaron villancicos mientras que el abuelo tocaba el gran piano que había en
el salón. Era una noche muy animada en casa de Carlos, sonaban las panderetas,
el piano y las voces de toda la familia cantando y disfrutando, aquella noche,
Carlos se lo pasó genial. Ya era tarde cuando los abuelos, los tíos y los
primos comenzaron a irse. En cuanto el tío Marcos, que fue el último en salir,
salió por la puerta, Carlos fue corriendo al baño, se cepilló los dientes, se
puso el pijama y se fue a la cama.
Por
fin llegó el día de Navidad. Carlos se levantó mas ilusionado de lo normal y
fue corriendo a la habitación de sus padres a despertarles, ya que no quería
abrir los regalos si no estaban ellos delante. Sus padres, casi dormidos, se
levantaron y siguieron al niño hasta el salón, donde estaba el árbol. Carlos,
se detuvo delante del árbol y se quedó mirándolo muy asombrado y a la vez
desilusionado. Cuando sus padres llegaron al salón, se quedaron mirando al
árbol sin saber que había sucedido. ¡Debajo del árbol no había nada!
Durante unos segundos, el
silencio reinó en el salón, hasta que por fin, Carlos decidió hablar:
-
Mamá, papá, ¿por qué no hay nada debajo del árbol?
-
No se cariño, no entiendo que ha podido pasar.- dijo su
madre
Carlos no dijo nada más, y se fue a su
habitación cabizbajo.
Mientras, en el Polo Norte, Papá Noel,
celebraba con los duendes el estupendo trabajo que habían hecho la noche
anterior.
De repente, entra en la habitación un duende
muy preocupado:
-
Papá Noel ha habido un error. He estado revisando los
lugares visitados anoche, y me he dado cuenta de que ¡se nos ha olvidado
entregarle el regalo a un niño!- dijo el duende casi gritando.
-
¿¡Qué!? Pero eso no ha podido ser querido duende.
-
Sí, sígame.- el duende guió a Papá Noel hasta una gran
habitación en la que había un gigantesco ordenador. En el, estaba el mapa del
mundo. Estaba lleno de puntos verdes, pero había un punto de color rojo.
-
Los puntos verdes, son los lugares en los que hemos
entregado los regalos, y los puntos rojos, los lugares en los que no se han entregado
los regalos.
-
¡Oh no! ¡Hay un punto rojo en España!
-
Exacto.- le dijo el duende muy serio
-
Pero, ¿cómo es posible? Si nunca antes nos había
pasado.
-
Pues verá, anoche, poco después de que usted saliera a
repartir los regalos, uno de los renos que estaban entrenando, chocó con un
cable y los sistemas fallaron. Por suerte, conseguimos arreglarlo, pero, al
habernos centrado tanto en arreglar el ordenador, no nos dimos cuenta de que
había un punto rojo en esa zona.
-
Tenemos que llevarle a ese niño el regalo cuanto
antes.-dijo decidido Papá Noel
-
Sí, porque si no le llevamos el regalo, dejará de creer
en Papá Noel para siempre.
-
¡No podemos permitir eso! ¿A qué esperamos? ¡Vamos a
llevarle a ese niño su regalo!
Todos se pusieron a trabajar. Unos buscaban
el regalo de Carlos que se habría escondido por algún rincón del trineo de Papá
Noel, otros preparaban a los renos y otros localizaban la casa del niño.
Cuando todo estaba listo, ya eran las ocho
de la noche, y, Carlos, tan desilusionado como antes, y sus padres, igual de
preocupados, iban a ir a casa de los abuelos a ver los regalos de toda la
familia.
Antes de que Papá Noel saliera, se
aseguraron de que no hubiera nadie en casa. Cuando Carlos y sus padres se
fueron, Papá Noel, despegó, y salió volando con los renos y un par de duendes
que les ayudarían a que todo saliera bien.
Carlos llegó a casa de los abuelos en donde
también estaban los tíos y los primos. Al verle tan triste, apagado y sin
regalo, le preguntaron que qué había pasado, si se había portado mal ese año.
Carlos, les contó lo que había sucedido.
Poco antes de que Papá Noel llegara, el
regalo de Carlos, se cayó del trineo y quedó enganchado en una de las patas. Un
duende tuvo que bajar mientras que el otro le sujetaba de los pies. Casi se le
resbala de las manos, pero antes de que se le cayera, el otro duende consiguió
subirlo.
Finalmente, Papá Noel, a las nueve y media,
consiguió llegar. Solo faltaban unos cinco minutos para que Carlos llegara.
Papá Noel bajó lo más rápido posible por la chimenea de la casa, pero se quedó
atascado, perdieron un par de minutos hasta que por fin los duendes
consiguieron que Papá Noel bajara. Carlos estaba a punto de llegar. Papá Noel
dejó rápidamente la bici bajo el árbol y salió por la chimenea. Justo cuando
salió, el coche del niño se acercaba, Papá Noel se subió en el trineo, y se
fue. Carlos, desde el coche, vio algo en el cielo, pero estaba tan triste, que
no le prestó atención.
Entraron en casa y Carlos, fue directo a su
habitación. Sus padres, fueron al salón a ver la tele y se quedaron pasmados al
ver lo que había debajo del árbol.
-
¡Carlos! ¡Ven, corre!- le gritó su padre entusiasmado
Carlos, pensando que le iban a regañar por
haber dejado algo fuera de su sitio, tardó
un rato en ir.
-
¿Qué pasa pa…- Carlos se quedó mirando la bici. Era una
preciosa bici azul con ruedines que tenía escrito en un lateral con letras
mayúsculas “CARLOS”
Carlos comenzó a gritar y a saltar de
alegría y se dio cuenta de que, en una esquina, había un sobre. Carlos lo abrió
y leyó en voz alta:
“Querido Carlos:
Siento mucho lo que ha pasado. Ha habido un
error con los ordenadores, pero aquí tienes tu bici y espero que te guste.
Te prometo que nunca volverá a pasar, pero
me tienes que prometer que vas a
disfrutar muchísimo de esa bici y que nunca vas a dejar de creer en mí y en mis
duendes.
Espero que me perdones y que aprendas
pronto a montar en bici.
Muchos besos y abrazos
Papá Noel.”
Cuando terminó de leer la carta, se quedó
mirando a sus padres con una gran sonrisa de oreja a oreja. Enseguida, llamaron
a la familia y se lo contaron todo.
Pasaron los días y Carlos aprendió a montar
en bici. Todo los findes iba con sus padres al parque y montaba en bici con sus
amigos. Cada vez que veía la bici, Carlos se acordaba de aquel día de Navidad
tan especial.
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